ENSAYO
¡REPÚBLICA URGENTE!
SANTIAGO KOVADLOFF Y HÉCTOR M. GUYOT
(Emecé - Buenos Aires)
El libro de Santiago Kovadloff y Héctor Guyot despliega una Argentina doliente ante el lector. Sus autores, en un diálogo profundo, inteligente y oportuno, develan la inmensa crisis actual que vivimos en nuestro país. Sin eufemismos, sin disculpas para nadie, ponen ante nosotros -con nombre y apellido- los riesgos de la situación imperante. Lo que subyace a lo largo del texto es un dilema de gran envergadura y antigua prosapia: la lucha por el poder entre dos modelos de país, el populismo y el republicanismo y la libertad de pensamiento en un caso y en el otro. Sin duda, en el centro de la escena se aposenta el poder, sin él no se puede hacer política, ni gobernar, ni educar. Toda acción sobre la sociedad requiere de ese poder.
Ahora bien, en cada opción se devela una concepción del poder diferente, no solo en los matices, sino en el ejercicio del mismo y de manera radical. El populismo encarnado en el gobierno actual, concibe el poder de modo verticalista, requiere de un líder que piense por su pueblo y le de soluciones a sus problemas. No se dirige a un ciudadano sino a un militante, fiel seguidor de consignas y dispuesto a dar todo por el movimiento.
El discurso populista apela a las emociones, no a la racionalidad, a la promesa de volver a paraísos perdidos en un pasado lejano. El populismo usa la pobreza para su fortalecimiento, la dádiva, que muchas veces reemplaza al trabajo, garantiza la fidelidad del pueblo. El líder populista le habla al pueblo. El “pueblo” le pertenece. En esa orgía de poder entendido de este modo, el populismo ha olvidado o tapado un altísimo nivel de corrupción y ha señalado a la prensa como responsable de muchos de los fracasos en esta gestión. Un dato más, ha creado la grieta que, de algún modo no hemos podido superar todavía y divide la Argentina en nosotros y los otros, en amigos y enemigos, en la imposibilidad de un pensar critico y dialógico. La educación, para el populismo, es adoctrinamiento y la enseñanza transmite dogmas. Todo el discurso populista posee un perfil cuasi religioso en tanto fomenta el fanatismo con verdades “absolutas”.
Una aspiración lejana
La democracia republicana, por su parte, necesita también del poder para llegar a reinar; como sabemos, el poder en toda democracia se ejerce de manera horizontal, lo que la hace frágil, no tiene líderes unipersonales, por lo que exige -de manera perentoria- el funcionamiento de las instituciones y de la ley. Y este es el punto que hará posible un sistema democrático, el respeto a la Constitución como el paradigma de las leyes y la división de poderes del Estado como garantía de una sociedad sana, donde se pueda dialogar con el otro que, aun cuando piensa distinto, acepta la ley y el consenso de la mayoría. Solo así se podrá vivir en armonía.
Sin embargo, los autores dejan en claro que esta idea de una democracia republicana, que fomente los valores de transparencia, la importancia de la educación, la libertad de pensamiento, la aspiración a un futuro mejor para llegar a ser el Centro del poder donde los movimientos políticos de centroderecha y centroizquierda pudieran convivir es, por ahora, solo una aspiración que ningún partido político ha logrado concretar. Es solo una utopía. Y esta utopía, la democracia en serio, con todos sus riesgos, debe ser nuestro objetivo sin hesitaciones para alcanzar una Argentina mejor.
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